Orlando Ponce advierte sobre el riesgo de dependencia económica ante el modelo exportador de China

Monterrey, N.L. – En un contexto global marcado por la sobreoferta de productos chinos y la facilidad de acceso a plataformas de importación, el especialista en innovación de negocios y sustentabilidad, Orlando Javier Barrera Ponce, advirtió sobre las implicaciones económicas de depender de un modelo de consumo basado exclusivamente en productos extranjeros, sin generación de valor local.

En sus palabras, Barrera Ponce señaló que “muchas de las estrategias de negocio que hoy circulan en redes como TikTok, especialmente aquellas que promueven la compra masiva en China para reventa en Latinoamérica, ignoran un problema estructural de fondo: estamos reemplazando el mercado interno chino con el nuestro, sin recibir inversión, tecnología ni empleos a cambio.”

Según el especialista, el modelo productivo chino se mantiene cerrado: produce, ensambla y exporta desde su territorio, sin establecer operaciones significativas en los países a los que vende. Esta dinámica ha generado preocupación en diversas economías que, al ver debilitadas sus industrias locales, han comenzado a imponer aranceles como medida protectora.

“Esto no es una guerra comercial sin fundamento. Es una respuesta a un modelo que exporta sin compromisos, y que extrae riqueza sin retornarla al ecosistema productivo local”, explicó.

Barrera Ponce, quien asesora a diversas empresas mexicanas en procesos de reindustrialización, subrayó que este tipo de dependencia “limita la soberanía económica” y pone en riesgo el desarrollo a largo plazo de los países consumidores. En lugar de caer en la trampa del consumo fácil, propone fortalecer las cadenas locales, apostar por la innovación interna y fomentar alianzas estratégicas que generen valor compartido.

“Consumir sin producir es como vivir en una casa donde solo se paga renta, pero no se invierte en mantenimiento. Tarde o temprano, el costo es más alto de lo que parece”, puntualizó.

El llamado de Barrera Ponce se suma a una creciente preocupación en América Latina por los efectos de una globalización desbalanceada que, si bien facilita el acceso a productos, también debilita las estructuras productivas locales.

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